Personal policial y comerciantes de la zona del microcentro afirman que el 60% de los niños que trabajan en las calles tienden a ser agresivos, y la mayor parte pertenece al grupo que trabaja en los semáforos.
Esto se debe a la falta de respuesta de parte de la gente hacia sus pedidos y a la escasez de dinero recaudado, lo que provoca el hurto y conflictos entre ellos mismos, en los cuales la policía ve limitada su intervención a causa de que son menores de edad, por lo tanto no puede aplicárseles medida de intervención alguna.
La falta de una figura paterna no se da en todos los casos, ya que la mayoría de las veces uno de los padres está presente controlando, en papel de espectador, que los niños cumplan con lo mandado, de lo contrario son maltratados psicológica y físicamente. Ellos, por lo general, salen a trabajar en grupos que suelen estar compuestos por hermanos y se cuidan entre sí.
En la calle
Franco tiene 10 hermanos, vive con sus padres y abuelos, y a pesar de su trabajo hace deportes, asiste a la escuela por las tardes y recibe ayuda de parte del Gobierno. Distinta es la historia de Maxi, un niño dulce y tímido de tan solo 9 años, que trabaja con sus hermanos recolectando residuos en un carro, y no puede asistir a una escuela.
El trabajo infantil, en la actualidad, se ha vuelto un problema difícil de resolver. Los niños que trabajan son cada vez más pequeños y generalmente son llevados por sus padres. Mucha gente ve esto como un problema del Estado, pero la responsabilidad es absoluta de los padres o tutores.
Según un informe elaborado en el 2012 por alumnos del colegio Nacional Bartolomé Mitre, dos de cada diez niños de escasos recursos hacen trabajos peligrosos, cuatro de cada diez trabajan en la servidumbre y seis de cada diez ejercen en las calles.
El trabajo de los niños es una de las principales causas de la mortalidad infantil.